La pelea entre Berni y Frederic sumó otro capítulo. Y potencia un cuadro que ya no niega el oficialismo: el crecimiento del delito después de la primera etapa de aislamiento. Eso se suma a malestares por el manejo de recursos económicos. Y desarma el libreto ideológico.

Axel Kicillof, en un reciente operativo de seguridad por la cuarentena.Axel Kicillof, en un reciente operativo de seguridad por la cuarentena.

Una nueva entrega de la pelea entre Sergio Berni y Sabrina Frederic acaba de reponer en el temario político algo que desde hace casi dos meses viene escalando en la percepción social, es decir, en la agenda pública: la inseguridad. Alberto Fernández ya tenía indicios ciertos por sus contactos con intendentes bonaerenses del PJ, y con jefes comunales de la oposición. Axel Kicillof también lo registra, a pesar de los recelos que genera su relación con referentes propios y extraños del Gran Buenos Aires. La seguridad vuelve a mostrar que reactiva tensiones –muchas, de carácter presupuestario- y quema páginas del discurso supuestamente ideológico.

Hay a esta altura en el oficialismo, nacional y provincial, aceptación del crecimiento de los problemas de seguridad luego de una etapa en la que se difundía sólo el registro del primer cuatrimestre del año, teñido desde el punto de vista estadístico por el impacto de la baja en la primera y más restrictiva etapa de la cuarentena: el tercio final de marzo y todo abril. A partir de allí, el cuadro registra un nuevo crecimiento del delito, asociado a los efectos de los períodos más flexibles de aislamiento y –mirada inquietante- a la crisis agudizada por la cuarentena.

Este aspecto, el de los efectos de la crisis, expone el riesgo de prejuicios de arrastre y de un análisis con pinceladas estigmatizadoras en base a una tendencia dramática: el rápido crecimiento de la pobreza, con el agregado del impacto de la crisis en sectores medios y medio-bajos. Resulta llamativo el diagnóstico lineal que se hace en ámbitos provinciales y nacionales: encadena los efectos económicos de la pandemia –no hablan de la cuarentena, para colocar el acento en una circunstancia ajena a sus decisiones y políticas- con el aumento de la pobreza y vincula ese efecto social con el aumento real y potencial del delito.

Postal de Sergio Berni en en el terreno, junto a su moto.Postal de Sergio Berni en en el terreno, junto a su moto.

Algunas de esas consideraciones llegaron a Olivos y le agregaron urgencia a la necesidad de articular de algún modo la relación entre la ministra nacional y su colega bonaerense. El agravamiento del cuadro provincial podría impactar a todos. Sólo en microclimas muy cerrados puede suponerse que algo que lastima en la provincia de Buenos Aires no produce costo alguno a nivel nacional.

Kicillof se ha mostrado particularmente activo para tratar de lograr algún equilibrio entre Berni, designado por decisión directa de Cristina Fernández de Kirchner, y Frederic. Ese camino también fue alentado por Olivos. La cita de ayer terminó anotando una nueva muestra de tensión entre la ministra nacional y el ministro provincial, más allá del comunicado oficial, que de todos modos expuso un punto gravitante: la necesidad de coordinar acciones con las fuerzas federales en la Provincia, con mayor despliegue.

Imagen de un robo violento por motochorros, en Loma Hermosa.Imagen de un robo violento por motochorros, en Loma Hermosa.

Los reclamos de los jefes comunales van más allá de esas especulaciones y correrían en paralelo con otras dificultades en el vínculo con Kicillof. Desde diciembre, el manejo de recursos es una de las cuestiones salientes que realimentan malestares. Y eso estaría lejos de haberse diluido en estos meses de necesidades extremas, con fuerte caída de ingresos propios en los municipios.

Otras demandas, en cambio, tienen color casi exclusivamente peronista. Hay intendentes del GBA que se sienten relegados en el manejo de la asistencia social y miran con recelos el despliegue en “sus” distritos de los movimientos sociales alineados con el oficialismo. Por supuesto, en medio del impacto creciente de la crisis, la contención es un objetivo central y una demanda en aumento, a pesar del trabajo de las iglesias Católica y evangélicas y de otras organizaciones.

Fuente: Infobae

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